Antenas de telefonia movil y salud
Esta semana vamos a tratar un asunto escabroso y nunca exento de polémica. Polémica que nació casi simultáneamente con esta tecnología móvil: ¿es nociva la telefonía móvil?, ¿perjudican a la salud las radiaciones de estas estaciones base que hay por las azoteas?, ¿provoca cáncer?, ¿afecta al funcionamiento de los marcapasos?, ¿niños y ancianos son los más sensibles?, y un larguísimo etcétera de preguntas, todas girando alrededor de la salud.
Empezábamos diciendo que la polémica se sirvió casi desde el principio, casi en el mismo año 1995 en el que se liberalizaba el sector y empezaba a operar la segunda compañía de móviles. Y es que el despliegue de instalaciones para empezar a dar cobertura y servicio fue rápido y llamativo…¡muy llamativo! Tanto como que las estaciones base de telefonía móvil aparecieron por las azoteas de España con sus enormes casetas prefabricadas, sus postes metálicos, sus antenas y cables. Todo a lo grande y bien visible desde la calle. Bien distinta suerte hubiese corrido esta tecnología si en vez de estos armatostes tan grandes, feos y visibles, se hubiesen instalados unos pequeños cablecillos pegados a las cornisas de los edificios, por ejemplo. Invisibles desde la calle, imperceptibles hasta incluso los propios vecinos del edificio. Aquí, más que nunca, cobra vigencia y actualidad el viejo dicho castellano: «ojos que no ven, corazón que no siente». Pero estas instalaciones se ven, desgraciadamente para las operadoras, y mucho, además.
Ya que hablamos de la posible nocividad de estas radiaciones de la telefonía móvil, debemos tener meridianamente claro que vivimos en un mundo radiado. Hay radiaciones electromagnéticas por doquier. Y creo que merecería la pena recordar qué dos tipos de radiaciones electromagnéticas existen: las ionizantes y las no ionizantes. Las primeras, a las que pertenecen por ejemplo los rayos gamma que nos vienen del espacio exterior, o los rayos X tan usados en medicina, tienen la facultad de interactuar con nuestros átomos cuando nos atraviesan, generando partículas cargadas eléctricamente (los llamados «iones»). Sin embargo, las radiaciones no ionizantes -las de la TV, la radiodifusión, el horno microondas o la telefonía móvil- nos atraviesan sin causar reacción con nuestros átomos. No se generan iones cargados eléctricamente. Y en nuestro entorno estamos expuestos, en mayor o menor medida, tanto a unas como a otras. Prácticamente nos tendríamos que ir a vivir al desierto o a un atolón del Pacífico para evitar las radiaciones generadas artificialmente por el hombre (los cables eléctricos, la TV, la radio, los ordenadores, las bombillas, etc) y, aun así, no nos libraríamos de la radiación gamma proveniente del Sol. Y, francamente, no creo que estemos dispuestos a abandonar las comodidades de la civilización para irnos a esos ignotos lugares. ¿Sería usted capaz de vivir sin electricidad? Yo no.
Las instalaciones de telefonía móvil, las estaciones base, emiten ondas de radio (no ionizantes) para poder dar cobertura a su zona de servicio. Y son áreas pequeñas por cuanto cerca de una estación, hay otras vecinas a muy pocas manzanas de distancia. Por ello no les hace falta emitir con gran potencia. Bien distinto es, por ejemplo, la emisión de la señal de TV. Las antenas emisoras radian la señal de TV (la 1, la 2, Antena 3, Tele 5, etc) a una potencia enorme, pues esas ondas deben llegar muy lejos y con intensidad suficiente. ¿Algún madrileño teme vivir cerca del «Pirulí»?, ¿algún valenciano está asustado por vivir cerca del centro emisor de Retevisión del Vedat de Torrente? Pues que sepan que esas radiaciones de TV les «fríen» mucho más que las de la telefonía móvil. Pero… ¿quién se atreve a levantar la voz contra la TV? (¡qué locura sería vivir sina la tele!, ¿verdad?)
En SOLITEL ( www.estacionbase.com ) hemos realizado muchas medidas de niveles de radiación en Comunidades temerosas de la nocividad de esta tecnología. Se trata de medir y analizar si los niveles se encuentran dentro de los contemplados en el R.D. 1066/2001 de 28 de septiembre por el que se aprueba el Reglamento que establece las condiciones de protección del dominio público radioeléctrico, las restricciones y las medidas de protección. Y las conclusiones siempre han sido las mismas: los niveles medidos se sitúan diez o más veces por debajo de los permitidos. Es más: se dio en ocasiones el caso de que la sonda isotrópica utilizada para medir arrojaba valores de campo eléctrico anómalamente altos. Era porque había algún horno microondas funcionando o algún móvil cercano recibía una llamada.
Si alguien piensa que esta tecnología móvil es peligrosa, sin duda morirá convencido de ello (y seguramente de infarto o de accidente de automóvil, nunca por radiaciones) Quien quiera estudios en contra de la telefonía móvil, en internet los puede encontrar a cientos. De igual modo, el que desee leer informes a favor, en interner tiene miles de ellos. Cada cual encuentra lo que busca. La ignorancia es muy atrevida, y quien más despotrica contra la telefonía móvil, tiene un «smart phone» sin el cual ni se plantea salir de casa por las mañanas. ¿De verdad alguien puede pensar que si estas antenas fueran dañinas para la salud, o alterasen el funcionamiento de los marcapasos, los Gobiernos iban a permitir el despligue de sus redes? Seamos serios.