¿POR QUÉ DEBERÍAMOS ALQUILAR LA AZOTEA PARA ANTENAS DE TELEFONÍA MÓVIL?
Las operadoras de telefonía móvil hacen negocio con sus antenas, ¿por qué no van a hacerlo las comunidades con sus azoteas?
¿Quién nos iba a decir en 1990 que íbamos a poder hablar por teléfono mientras andábamos por la calle, conducíamos por carretera o tomábamos el sol en la playa? El concepto de telefonía móvil estaba naciendo y nada hacía sospechar lo que se nos venía encima: servicios nuevos, oportunidades de negocio, de ocio, relaciones sociales en distinto formato y, por qué no decirlo, también inconvenientes, vicios y lacras nuevos.
En aquellos ya lejanos años, solo unos pocos privilegiados gozaban de aquellos enormes mamotretos de teléfonos móviles. Todo en ellos era batería. Eran grandes y pesados. Y apenas había antenas por las azoteas. La cobertura de telefonía móvil era, pues, escasa y los servicios solo de voz. Para eso, tan solo unas pocas antenas de telefonía móvil bastaban. Y no estaban en las azoteas de las comunidades de propietarios. Estaban en las azoteas de las centrales de conmutación que la compañía Telefónica de España tenía por toda España. Y se sustentaban en unas enormes y antiestéticas torres de telecomunicaciones llenas de todo tipo de antenas y parábolas.
Torre de antenas en una central de Telefónica en Valencia
Con la liberalización del sector de la telefonía móvil aparecieron las nuevas operadoras y sus necesidades de implantación de redes móviles para cubrir toda España cuanto antes. Empezó, por tanto, la necesidad de tener que alquilar azoteas para poner antenas de telefonía móvil. Tengamos en cuenta que las tres nuevas operadoras no disponían de edificios por toda España como Telefónica.
Se les hacía perentorio tener que negociar con las comunidades de propietarios unos contratos de alquiler de azoteas que les permitiese tener espacios elevados en las ciudades. También a la propia Telefónica se le quedaron cortos sus edificios y tuvieron que lanzarse igualmente a alquilar azoteas para instalar sus antenas de telefonía móvil: las estaciones base.
Se habría un incipiente negocio para las comunidades de propietarios y, por tanto, una fuente de ingresos insospechados hasta ese momento: las rentas arrendaticias. Estamos hablando de 1995, cuando la antigua AIRTEL (actualmente Vodafone) empezaba a alquilar azoteas por las principales ciudades españolas, ofreciendo unas rentas que fueron muy bien recibidas. Era como dinero caído del cielo para las comunidades de vecinos.
Las primeras antenas de telefonía móvil que se empezaron a ver por nuestras ciudades eran grandes y llamativas.
Antenas de telefonía móvil en una azotea de Valencia (año 1998)
El estado del arte de las telecomunicaciones móviles estaba en pañales. Se usaban dos, tres o cuatro antenas por sector usando técnicas de diversidad espacial. Y unas antenas solo emitían y otras solo recibían. Por eso aquellas primeras instalaciones de telefonía móvil llamaron mucho la atención de los ciudadanos y levantaron alarma social. Se veían demasiado desde la calle. Y se desconocía si podían provocar enfermedades y cáncer (ver https://www.estacionbase.com/antenas-de-telefonia-movil-y-salud/) Aun así, las operadoras apenas tenían problemas para poder alquilar azoteas para sus antenas de telefonía móvil. Las rentas ofrecidas resultaban demasiado atractivas.
En aquellos iniciales años de liberalización, máxime con la llegada de la tercera operadora Amena y la cuarta Yoigo, los alquileres de las azoteas se dispararon. Las rentas arrendaticias que las operadoras estaban dispuestas a pagar por el alquiler de una azotea para antenas de telefonía móvil, fueron subiendo y subiendo. Además, eran años de bonanza económica. No era raro que se llegasen a pagar 12.000, 18.000 o 24.000 € de renta anual por una azotea. Bien es cierto que dependía de la ciudad y la trama urbana específica de la zona de búsqueda. No es lo mismo alquilar una azotea para antenas en Madrid que en Palencia. No vale lo mismo una azotea en el entorno de la catedral de Burgos que en un barrio residencial de sus afueras.
Todo ese boom de los alquileres empezó a declinar cuando la crisis de 2007 se nos vino encima. Y con ella las sucesivas campañas de rebajas de renta con las que las operadoras de telefonía móvil pretendieron abaratar sus costes de explotación. Las rentas de los contratos de alquiler para telefonía móvil constituyen el principal coste. Un coste millonario.
Con el devenir del tiempo y de la tecnología, las operadoras empezaron a hacer las cosas sustancialmente distinto. Las instalaciones de telefonía móvil ya no eran tan llamativas abultadas y voluminosas. Ni había ya tantas antenas desplegadas por las azoteas. El estado del arte, al que antes hacíamos referencia, permitía tener una sola antena de telefonía móvil por sector, que emitía y recibía a la vez.
Tres antenas de telefonía móvil compartiendo poste.
Por tanto, ni el sector, ni la economía nacional, ni la coyuntura económica, ni el estado del arte de las telecomunicaciones eran propicios para seguir pagando elevadas rentas por el alquiler de una azotea para antenas de telefonía móvil. Si a esto añadimos el hecho de que las campañas de rebajas de renta tuvieron éxito en un 80% de las comunidades de propietarios, no se extrañará el lector de que las rentas arrendaticias de azoteas para antenas bajase por debajo de los 10.000 € al año.
De todos modos, estamos hablando de un negocio. El negocio de los alquileres de azoteas para antenas de telefonía móvil. Sus dos protagonistas son las comunidades de propietarios (arrendadores) por un lado, y las operadoras de telefonía móvil (arrendatarias) por otro. Y como decimos a nuestros clientes, las azoteas no se alquilan por amor al arte o simpatía por las operadoras. No. Se alquilan por dinero. Y cuanto más, mejor.
Las operadoras ansían algo que no tienen: espacio para antenas y tiempo para explotar el negocio. Las comunidades de propietarios ansían igualmente algo de lo que carecen: dinero. Las operadoras tienen dinero y las comunidades tienen espacio y tiempo. Así las cosas, el negocio y el acuerdo están servidos. Mejor que se lleve su comunidad el dinero por el alquiler de unas antenas de telefonía móvil, que que se lo lleve la comunidad de al lado.