La tan cacareada nueva generación de telefonía móvil, la que viene a ofrecer velocidades de vértigo y funcionalidades inimaginables, ya está desplegada por muchas azoteas de España. La operadora pionera ha sido Vodafone, que ha elegido quince grandes ciudades de nuestro territorio nacional para instalar sus primeras antenas de telefonía de la quinta generación o 5G.

O se ha adelantado Vodafone porque es la más lista y las otras tres operadoras muy lerdas, o las otras tres han sido muy cautas y Vodafone muy inconsciente. Creemos que tal y como le van comercialmente las cosas a la operadora británica, estaban obligados a dar primero por aquello de dar dos veces. Y eso que apenas hay tres teléfonos móviles 5G en el mercado y a unos precios prohibitivos.

El despliegue de Vodafone es el 5G NSA (No Stand Alone) el que se apoya en las redes 4G. Las demás operadoras parece que quieren esperar al 5G SA (Stand Alone) Son apuestas tecnológicas que el tiempo dirá si son ganadoras o no.

En cualquier caso, la telefonía móvil 5G va a suponer más antenas y más equipamiento radio en las azoteas de España y en el mobiliario urbano de las ciudades. Las operadoras van a usar las azoteas que ya tiene contratadas con su preceptivo contrato de alquiler suscrito con las comunidades de propietarios. Además, y para hacer más permeable la red, les hará falta poner más antenas que azoteas tengan disponibles. Para ello, usarán el mobiliario urbano de nuestras ciudades: báculos de luz, semáforos, marquesinas de autobús, soportes publicitarios, etc.

¿Los ciudadanos nos vamos a enterar de este despliegue masivo? Sinceramente lo dudo. Las empresas fabricantes de equipos radio y antenas (Huawei, Nokia, Ericsson, Siemens, Kathrein, etc.) están poniendo todo su empeño técnico y diseñador en hacerlo todo pequeño e imperceptible. Se tiende a miniaturizar todavía más el tamaño y a concentrar la parte radio y la radiante (antena) en la misma carcasa. Así, se satisfacen dos aspectos importantes de la telefonía móvil: por un lado que las operadoras no tengan que negociar nada con ninguna comunidad de propietarios (evitando tener que subir rentas) y por otro que los ayuntamientos no vean cómo proliferan las antenas con la consiguiente alarma vecinal. Y todos contentos.