¿PARA QUÉ SIRVEN LAS ANTENAS DE TELEFONÍA MÓVIL EN LAS AZOTEAS?
Nuestras azoteas están llenas de ellas, pero ¿para qué tantas?, ¿para qué sirven realmente?
Nunca se me hubiera ocurrido escribir este artículo en los años noventa por lo obvio de su respuesta entonces: pues para hablar por teléfono –móvil-.
En los años veinte (no los locos años veinte del siglo pasado, ¿eh?) la respuesta ya no puede ser simplemente “para hablar por teléfono”. Ahora lo de menos es el tráfico telefónico de llamadas de voz. Ahora hay más, mucho más. Y en este artículo pretendemos polemizar y debatir sobre ese “mucho más”.
Las antenas de telefonía móvil que vemos en las azoteas, o en los campos y carreteras, se pusieron en su día para lo único para lo que servían: para establecer comunicaciones de voz. Las puras y simples llamadas que antaño se hacía por el teléfono fijo que había en todos nuestros hogares. Como mucho, en los primeros compases de esta tecnología móvil, se podían mandar breves textos escritos. Los famosos SMS (Short Message Service) Constituyeron los primeros datos, que no voz, que se enviaban por telefonía móvil. Entonces, las antenas de telefonía móvil servían en un principio para hablar por teléfono y enviar mensajes escritos cortos. Nada más.
Es verdad que en los noventa solo existía una tecnología móvil: el GSM o, lo que es lo mismo, el 2G o segunda generación. Y sus capacidades eran limitadas. Sus carreteras de radio que van por el aire eran estrechas y con dos carriles por sentido y sin arcenes. Hacía falta ensanchar esa carretera y, a ser posible, convertirla en una autovía o en una gran autopista de tres, cuatro o cinco carriles por sentido. Cuanta más capacidad y carriles tuviese la autopista, más tráfico de motos, coches, camiones y autobuses puede soportarse.
Las antenas de telefonía móvil de las azoteas, pues, fueron evolucionando, actualizándose y soportando las nuevas tecnologías o generaciones de telefonía móvil. El 3G nos puso tres carriles por sentido; el 4G cuatro; y el 5G ya aporta cinco carriles por sentido con anchos arcenes y zonas de servicio y descanso. Y por esas autopistas va todo tipo de tráfico y soportan todo tipo de servicios. Por eso, ya podemos decir que las antenas de telefonía móvil, que las estaciones base de las azoteas, no sirven solo para que las personas hablemos por teléfono. No. También sirven para soportar los miles y miles de aplicaciones o App´s que se han ido desarrollando por todo el mundo en estos años. Y esas aplicaciones, a parte de grandes autopistas, necesitan de coches, camiones o autobuses inteligentes: los smartphones.
Aquellos primitivos SMS han sido superados, por ejemplo, por el WhatsApp. Y cada vez se usa más esta aplicación para comunicarnos. Y ya no es voz lo que enviamos o recibimos. Son datos. Y las redes sociales, en torno a las cuales hay negocios multimillonarios, no se entenderían sin la publicación de imágenes y videos. Y eso supone más datos. Y todo el negocio de juegos con los que se entretienen niños, jóvenes y adultos, implican datos y más datos. Y cuando hacemos compras a través del teléfono móvil; o hacemos transacciones bancarias; o consultamos datos en el buscador de turno; o nos guiamos a través de los mapas de Google Maps; o hacemos cualquier cosa que no sea hablar, estamos traficando con datos.
¡Datos, datos, datos! Ahí está el gran negocio de la telefonía móvil. Las operadoras de telefonía móvil no quieren que hablemos. Lo que desean es que usemos aplicaciones. El tráfico que generan esas aplicaciones les reportan pingües beneficios. Más abultados que los que producen las llamadas de voz.
¿Y ahí se acaba todo? ¿No sirven para nada más las antenas de telefonía móvil de las azoteas? Cuando las operadoras firman contratos de alquiler de azoteas para poner sus antenas, ¿solo quieren ofrecer autopistas para facturar? No. Ni mucho menos. Las antenas de telefonía móvil sirven para muchas más cosas. Algunas, insospechadas.
¿Somos conscientes de la cantidad de vidas que se han salvado gracias a una llamada de móvil alertando de un peligro, accidente o suceso violento? Y no nos referimos solo a que se haya podido llamar a la policía, bomberos, protección civil o cualquier otro organismo. Nos referimos al servicio de emergencias 112. ¿Se han preguntado qué significa eso de que, cuando no hay cobertura, nos aparece en el móvil el mensaje “solo llamadas emergencia”? Pues sencillamente que no podemos llamar a nadie salvo al 112. A este servicio que tanto ha ayudado y seguirá haciéndolo, sí que podemos. Al 112 siempre se le puede llamar. ¡Afortunadamente!
¿Recuerdan haber leído que en la resolución de determinados crímenes, la Policía Nacional ha recurrido al registro de las llamadas de móvil de la víctima? En efecto, gracias a la localización de nuestros móviles que hacen las antenas de la estación base en cuya zona de cobertura nos hallamos, podemos tener el trazado de nuestros movimientos y ubicaciones. Y es que, aunque no hablemos por el móvil, este está señalizando por un canal específico con las antenas de la azotea más cercana. Y a medida que nos desplazamos, esa señalización continua con la red móvil permite seguir nuestro trazado y saber qué antenas de telefonía móvil nos atienden en cada momento.
Esto enlaza con algo inquietante: ¿estamos siendo controlados? La respuesta es que sí. Lo estamos. Y sin ir más lejos, lo estamos comprobando en estas desgraciadas fechas de pandemia y aislamiento por la maldita COVID-19. El Gobierno ya nos ha dicho que usará nuestros móviles para saber dónde estamos y por dónde nos movemos. A dónde vamos y de dónde venimos. Parece que el Gran Hermano, de la novela 1984 de George Orwell, nos esté controlando con sus invisibles ojos radioeléctricos. Y algo de verdad hay en esta afirmación. Las antenas de telefonía móvil se chivan de nuestra posición. Es necesario para la red de la que somos abonados. Y se puede utilizar por organismos e instancias superiores para controlarnos con excusas de índole social, política o estratégica.
Las antenas de telefonía móvil llegaron para quedarse. Para formar parte del ADN de nuestra sociedad. Hasta tal punto de que ni nos planteamos vivir sin teléfonos móviles. Los contratos de alquiler de azoteas para implantar estaciones base de telefonía móvil se seguirán firmando por doquier. Cada vez hacen falta más antenas. Y los servicios a los que podremos acceder a través de ellas serán más y mejores. Más sofisticados. ¿Llegaremos a conducir coches con el móvil? ¿Usted qué cree?